Éowyn es un nombre en idioma anglosajón, que Tolkien usó en sus escritos para representar la lengua de los jinetes de la Marca, el
rohírrico. Puede ser traducido como
‘amante de los caballos’ o
‘señora de los caballos’ {eoh → éo- = ‘caballo de guerra’ + wyn = ‘alegría’, ‘placer’}. Tolkien la describe como una
bella doncella guerrera, que se designa a sí misma en la novela
“Shieldmaiden of Rohan”, lo que la sitúa en la tradición típica de una
skjaldmö de las sagas escandinavas.
Éowyn es una noble de Rohan; era hija de
Éomund y
Théodwyn, hermana menor del mariscal
Éomer, que llegó a ser rey de los rohirrim; y sobrina del
Rey Théoden, quién era el hermano mayor de Theódwyn. Tras la muerte de sus padres ella y su hermano fueron adoptados por su tio Théoden como si fueran sus hijos, fueron educados junto con su único primo
Théodred.
Supuestamente traslucen en ella la gracia, orgullo y frialdad de su abuela,
Morwen de Lossarnach, mujer de Gondor y esposa del
rey Thengel, a quien los rohirrim habían llamado
«Resplandor del acero».
Desde muy joven, al ser la única mujer en la familia, fue entrenada junto con su hermano y primo en el
combate de esgrima, siendo igual de fuerte, diestra y valerosa que los jóvenes. Por otro lado, El Rey en principio era un rey bueno, fuerte y carismático, y como todo hombre de
Rohan, un muy hábil jinete, cualidades que Éowyn heredo también de su tío,
una guerrera más dispuesta a tomar las armas que a realizar labores domésticas.
La primera vez en que Éowyn conoció a la
Comunidad del Anillo fue en el palacio del Rey Théoden en
Meduseld, donde se había visto obligada a asistir a su tío desde hacía varios años, ya que su mente y su cuerpo estaban débiles por la influencia de
Saruman a través de
Gríma Lengua de Serpiente y pudo haber inducido o agravado la enfermedad del Rey mediante venenos. Durante parte de su vida adulta cuido de su decrépito tío Théoden. Éowyn le quería profundamente, pues era como un padre para ella, y por eso le dolía verlo convertido en un ser sin voluntad.
Así mismo
Théodred y
Éomer eran los obstáculos principales del mago para conquistar Rohan, por lo que Gríma trató de desacreditarles ante Théoden. En los últimos años antes de la
Guerra del Anillo, Rohan era amenazado de nuevo por orcos y dunlendinos, que operaban guiados por Saruman desde Isengard. Grima convenciendo al rey Théoden, mando a la guerra a su hijo y a su sobrino, provocando que, al regresar, uno de ellos fuese atacado de muerte.
Luego de que Théodred fuese mortalmente herido en la primera
Batalla de los Vados del Isen enfrentándose a los ejércitos de
Isengard, Éomer pasó a ser el heredero de Théoden. Grima por su parte queriendo deshacerse de él, fue expulsado de Rohan, dejando a su merced solo con Éowyn quién estaba obsesionado de ella, queriendo hacerla su esposa cuando Saruman tomara el control total del pueblo de los caballos:
Edoras.
Cuando
Gandalf y
Aragorn se aparecieron en
Edoras, Théoden no le prestó mayor atención al consejo que traían, pero luego de que Gríma fuese desenmascarado y el Rey retomara sus sentidos, aceptó luchar contra Isengard, le devolvió los poderes a su sobrino
(a quien había mandado encarcelar por amenazar de muerte a Gríma) y a pesar de su avanzada edad retomó su
espada Herugrim y lideró a los rohirrim en la
Batalla de Cuernavilla.
Al recobrar su conciencia, la primera persona en reconocer como su familiar fue a
Éowyn, quién le dijo que su rostro lo conocía seguido de mencionar su nombre. Esto conmocionó a la joven, quién abrazo y beso a su tío como si hubiese pasado años de no verse. Théoden queriendo ver también a su hijo, observo entre los presentes para buscarlo pero al ver a los ojos a su sobrina entendió que algo le había pasado a su heredero.
Gandalf el blanco libero al Rey de su inacción y postración, provocado por su consejero Grima. Con su restauración, el Rey Théoden se encargó de darle una digna sepultura a su único hijo, donde Éowyn se despidió con el
canto de lamento roanés en la procesión fúnebre de
Theodred. Una tradición de su pueblo.
Después de la sepultura el rey lloro en soledad la partida de su hijo, preguntándole a Gandalf cómo podrá seguir adelante.
Éomer y
Éowyn eran sus hijos ahora, teniendo que tomar la mejor decisión para su pueblo y que ellos pudieran tener un futuro mejor.
Durante la noche, en el salón principal del castillo
Théoden,
Gandalf y los demás conversaban sobre los sucesos a realizar una vez que pasaran los días de
luto de Théodred, entre ellos estaba Éowyn quién quería que la tomasen en cuenta para colaborar en la próxima batalla, así pues, fue observada por los ojos de los hombres de su pueblo como una mujer tenaz, pese a que su hermano y su tío no la escuchaban.
Ella quería salir junto con los caballeros y soldados a combatir como un hombre más, siendo
capaz de luchar, empuño una espada frente a todos para que viesen su habilidad de combate, no obstante el único que le prestó atención e incluso se defendió ante el ataque de Éowyn fue
Aragorn, quién le hizo ver la batalla no es un juego de hombres. Ella desde ese momento, empezó a mirar con otros ojos a aquel forastero que llego para defender a su pueblo.
Debían de marchar cuanto antes, no sin antes proteger al pueblo, por lo que el rey Théoden le pidió a su portero de armas,
Háma, que sugiriera un líder que cuidara de su pueblo durante su ausencia. Háma recomendó a Éowyn, ya que era una
mujer valiente y amada por su pueblo, había observado cómo se encargó de cuidar de los aldeanos en ausencia del Rey cuando estaba bajo el poder de Saruman, y ver después que su carácter era ejemplar para ejercer en estos momentos decisivos.
Como el enemigo se aproximaba al pueblo, el rey Théoden junto con la comunidad, optaron por refugiarse en el
abismo de Helm, puesto que los jóvenes soldados fueron expulsados por Grima antes de que Galdalf usará su poder para ayudar al rey. Aragorn sugirio tal lugar, sabiendo que los
Uruk-hai los superaban en número. Días después, para cuando le dieron la noticia de que su papel como mujer es estar apoyando el pueblo, Éowyn obedeció a regañadientes las órdenes del Rey para quedarse en
Edoras.
Edoras estaba en graves problemas, no contaban con suficientes armas, tampoco con suficientes hombres, por lo que jóvenes adolescentes alrededor de 14 años, ancianos, heridos y veteranos de guerra tuvieron que ser llamados para enfrentar al terrible ejército que se aproximaba.
Las mujeres, niños y enfermos se refugiaron hasta el interior de las cuevas, para protegerse. Entre ellos estaba
Éowyn, quién pese a las advertencias de Aragorn de no participar en la guerra, ella tomo su espalda y peleó contra los
Uruk-hai en el abismo de Helm, cuando estos se adentraron a las cuevas. Ella pudo derribar a varios de ellos, defendió a su pueblo y, pudieron ganar la batalla justo cuando Galdalf fue en busca de su hermano
Éomer para que acabaran con los orcos. Logrando así el
triunfo de Edoras.
La primera batalla habían ganado, pero ahora debían de continuar con lo que Saruman había empezando, por lo tanto Éowyn seguia protegiendo a Edoras mientras
Aragorn,
Legolas,
Théoden,
Éomer y el resto de los hombres partían para hacer frente al ejército de Saruman en la
Batalla de Cuernavilla.
Cuando regresaron a Edoras,
Éowyn les recibió con gran alegría por su victoria, acercándose a
Aragorn con gran cariño y fervor.
Los rohirrim hicieron un gran festejo. Celebración que realizaron después de tantos años de oscuridad, durante el festejo, Éowyn se encargó de ser una considerable anfitriona, atendiendo con una gran copa de vino a su tío Théoden y después se encargó de llevarle una especialmente a Aragorn, quien se había ganado el respeto de todos en el pueblo incluyendo el de ella.
Ante la decadencia de su casa,
Éowyn ansiaba otros horizontes donde hubiera valentía y honor. Por ello, cuando conoció a Aragorn, llegó a admirarlo tanto que se
enamoró profundamente de él. Durante la Guerra del Anillo ella cuidó de los rohirrim, primero en Edoras, luego en el abismo de Helm y después en el Sagrario, situado en las
Montañas Blancas.
Pasaron unos días tranquilos en
Edoras, hasta que Aragorn llego con una noticia del exterior. El mensaje urgente provenía de
Gondor necesitaba ayuda, ya que las fuerzas de
Sauron estaban invadiendo gran parte del territorio, dejando sin protección al reino. El rey Théoden tomo la decisión final de ir hasta el reino de las montañas a colaborar contra la destrucción de Sauron. Éomer aceptando la decisión, solo se limitó a afirmar con la cabeza y despedirse de su hermana. Se fue para preparar a sus hombres para la nueva amenaza.
Así pues, el rey y sus soldados se preparan para apoyar al reino, a la vez que
Éowyn prepara a
Merry para el combate, pero este al ser un
hobbit, su estatura solo ocasionaría problemas para los hombres, algo que
Éomer le hizo ver luego de que estaban emocionados por participar en la guerra. Éomer hablo con su hermana de que no le diera falsas esperanzas a Merry y de igual manera debería de quedarse con el pequeño hobbit en un lugar seguro.
Enojada por las palabras de su hermano, volvió a aceptar con resignación quedarse con las mujeres, niños y ancianos a cuidarlos mientras su hermano y los demás se iban.
Durantes su estadía en las
Montañas Blancas, vio partir a
Aragorn rumbo a los
Senderos de los Muertos y le pidió que la llevase con él, a lo cual gentilmente se negó, dando también a entender que sus afectos hacia él no eran correspondidos.
Afligida y decepcionada por el rechazo de
Aragorn, su tío al verla de esa manera, se acercó a ella para alentarla y abrazarla por ultima vez, pues se sabía que esta guerra podría significar el final del pueblo, pero muy posiblemente también podría
encontrar la muerte ahí, por lo que, con el afecto y cariño de un padre, se
despidió de
Éowyn.
Tras esto, ella consideró como sería su vida después de la guerra, había posibilidades de que su hermano, su tío o ambos muriesen en combate, algo que la desanimaba aún más, además de que, siendo una
mujer debería de conseguir esposo y alguien que la pueda proteger si alguno de ellos se ausentara, solo que, ella no tenía intenciones de seguir los estándares que corresponden a una
doncella, además de que no quisiera verse casada con nadie más que no fuese Aragorn.
Así pues, tomo una decisión que, ante los ojos de su familia, era considerado inapropiado para ella, a la vez de que
sería un suicidio.
Mientras tanto, Merry se había colocado su armadura, gracias a Éowyn, estaba motivado a ir a pelear pero lamentablemente el rey Théoden denegó su participación en la guerra. A la vez las tropas de Rohan se preparaban para la batalla en
Gondor, Éowyn se disfrazó de hombre y
se unió a los jinetes, llevando con ella al
hobbit Merry, que también había sido dejado atrás en un intento de protegerle, puesto que ambos ansiaban intervenir en el decisivo combate.
En su amargura y bajo el alias de
Dernhelm se dirigió a
Minas Tirith en su corcel
Hoja de Viento. Merry iba adelante con ella, y debido a que Éowyn pesaba menos que un hombre de estatura similar, Hoja de Viento era capaz de soportar al hobbit así como a ella.
Dernhelm, llego a las primeras filas de batalla, ocultándose ante las miradas de
Éomer y
Théoden, quienes estos sin imaginárselo pensarían que
su querida Éowyn estarían con ellos.
En la Batalla de los
Campos del Pelennor, luchó junto con la escolta de Théoden, cuando él y sus compañeros fueron atacados por el Rey Brujo de Angmar:
el Señor de los Nazgûl, ella y Merry fueron los únicos que no huyeron para enfrentar al temible ser oscuro.
Como Théoden yacía mortalmente herido, desafió al Rey Brujo, quien se jactó de que
"Ningún hombre viviente podía matarlo". En respuesta, Éowyn se quitó el casco, dejando al descubierto su pelo largo y rubio, y declaró:
« ...No soy ningún hombre viviente. Lo que tus ojos ven es una mujer. Soy Éowyn hija de Éomund. Pretendes impedir que me acerque a mi señor y pariente. ¡Vete de aquí si no eres una criatura inmortal! Porque vivo o espectro oscuro, te traspasare con mi espada si lo tocas... »
Producto de la rabia, el
Rey Brujo le ordenó a la bestia alada que montaba que atacase a
Éowyn, la cual velozmente esquivó el ataque y de un mandoble decapitó a la bestia.
Cuando el
Rey Brujo salió de entre los restos de su montura, llevaba consigo una pesada maza con la cual descargó un poderoso golpe hacia
la doncella de Rohan que a duras penas pudo hacer algo en contra de ese ataque que rompió su escudo, fracturándole el brazo y enviándola al suelo.
El Capitán Negro se disponía a rematarla pero perdió pie cuando
Merry le apuñaló la pierna por detrás de la rodilla con
la hoja de Oesternesse.
Éowyn se levantó trastabillando y, juntando fuerzas, hundió su espada entre la corona y el manto atravesando la cabeza del Rey Brujo, matándolo al instante.
Así se cumplió la
Profecía de Glorfindel que, mil años antes, en la
Batalla de Fornost, había pronosticado que
"No será la mano de un hombre la que habrá de abatirlo".
Desafortunadamente el
rey Théoden no iba a sobrevivir ante el terrible ataque, y
Éowyn de igual manera quedo gravemente herida, una condición fatal producida por el contacto con el
Rey Brujo. Usando las pocas fuerzas que le quedaban se arrastró hacia donde estaba su tío para estar junto a él y así poder verlo antes de que falleciera. Con gran afecto y profunda tristeza, Éowyn y Théoden, se reencuentran una vez más, el rey agradecido de que al menos sus últimos minutos de vida, estuviera acompaño de la que fue casi como su hija, la
princesa guerrera Éowyn. Dando el último aliento de vida, el honorable rey Théoden se despide de su sobrina y muere valerosamente en el campo de batalla.
Horas después, cuando la guerra había cesado,
Éomer buscaba sobrevivientes de Rohan y Gondor, encontrándose a Éowyn tirada en el suelo, él al verla acostada aparentemente muerta, causó en él un
estado temporal de locura. Sin embargo, se percató de que aún estaba con vida, aunque a duras penas, y ordenó que fuera llevada a las
Casas de Curación.
Ella fue transportada junto con el
hobbit Merry quién había resultado también afectado por el
Rey Brujo, a las
Casas de Curación. Allí tanto
Éowyn como
Faramir fueron atendidos por
Aragorn, quién les curo con
hojas de Athelas. Lentamente se fueron recuperando de sus heridas, sin embargo, ninguno de los tres pudo participar en la guerra final en la
Puerta Negra de Mordor. Así pues, se quedaron en las casas de curación, en
Minas Tirith.
Aragorn al momento de curarla, contemplo el rostro de Éowyn, para luego, dirigirle unas palabras a Éomer quién permanecía a su lado en todo momento:
“Tal vez yo tenga el poder de curarle el cuerpo, y de traerla del valle de las sombras. Pero si habrá de despertar a la esperanza o a la desesperación, no lo sé. Y si despierta a la desesperación, entonces morirá, a menos que aparezca otra cura que yo no conozco”.
Entonces Éowyn despertó. Mientras se recuperaba de sus heridas casi mortales, el Ejército marchaba hacia Mordor, a la Puerta de Negra, para desafiar a
Sauron.
Éomer buscando venganza por su familia, su pueblo y en especial de su hermana, fue por eso que acudió a las últimas batallas junto con
Aragorn,
Legolas y
Gandalf.
Durante su estancia en las Casas, conoció a
Faramir, que también había sido herido antes de la batalla por el
Hálito Negro. Faramir es el hermano menor de
Boromir de la Compañía del Anillo y el segundo hijo de
Denethor II, senescal del reino de Gondor. Faramir, que comandaba la defensa de Gondor, decidió permanecer con la retaguardia para asegurarse de que la retirada hacia los
Campos del Pelennor no conllevase ningún riesgo.
Él resultó gravemente herido por una flecha haradrim y por el
Puñal de Morgul del señor de los Nazgûl. Cuando Faramir arribó inconsciente a Minas Tirith, Denethor en un momento de locura, creyó que estaba muerto perdiendo así su linaje, por lo que, consumido por la rabia, nunca se percató de que su hijo seguía con vida, así que enterrándolo casi vivo, se prende fuego en el mausoleo donde estaban los restos de su familia.
Peregrin Tuk, que cumplía la función temporaria de sirviente de Denethor, alertó a
Gandalf y este lograron detener justo a tiempo el inminente sacrificio.
Dos días después, cuando ya la batalla hubo terminado, Aragorn acudió en ayuda de Faramir y lo revivió con hojas de la planta athelas en las Casas de Curación. Durante los días siguientes, mientras aún se encontraba la guerra contra Sauron latente, Faramir permaneció por una larga temporada en las casas de curación hasta que las heridas de su cuerpo se hayan recuperado por completo. Faramir todavía no había tomado gobierno en Gondor, siendo el único que quedaba con vida de su familia así que en las casas de curación se sentía en paz.
La primera noche en pasar en las Casas de Curación se asomó por la enorme ventana en su habitación y, desde ahí pudo deslumbrar la figura de un hombre alto. Aquel hombre no era alguien que ella hubiese visto antes, sintiendo una incomodidad pero también curiosidad del porque le estaba mirando. Ella se sentía prisionera en las casas de curación; en el fondo deseaba haber encontrado la muerte en la batalla de los Campos del Pelennor, por lo que a la mañana siguiente salió de su habitación y se acercó a un guardia para que le contará a aquello que se había perdido mientras descansaba, y entonces el guardia la envió a los jardines más altos de Minas Tirith, donde se encontraba Faramir.
Ahí Éowyn se acerca a él, para decirle con recelo, pero también al mismo tiempo con frialdad sobre si la dejaba irse lejos de las casas, a lo que él respondió con amabilidad que no podía hacerlo. Sin embargo, apenado por Éowyn, pidió que la
trasladaran a una habitación que tuviera ventanas por las que pudiera observar hacia el este, donde se ubicaba las montañas hacia
Mordor, además Faramir le dijo que, si podía encontrarla en los jardines, a lo que ella acepto. A partir de ese momento, ambos se reunían todos los días en los jardines para conversar, esto le resulto beneficioso a ella pues regresaba poco a poco su viveza y el color de sus mejillas.
Por su parte, Faramir pudo ver
“que la hermosura y la tristeza de Éowyn le traspasaba el corazón”. Ella lo miró
“y vio en los ojos de él una grave ternura, y supo, porque había crecido entre hombres de guerra, que se encontraba ante un guerrero a quien ninguno de los Jinetes de la Marca podría igualar en la batalla”. La belleza y el porte orgulloso de esta mujer, así como la pena que ella sentía por él, lograron que Faramir se enamorara. Queriendo descubrir más información sobre Éowyn, Faramir conoció a Merry y aprendió mucho sobre la doncella, y al día siguiente se volvieron a encontrar en los jardines y pasearon juntos. Al quinto día, Faramir le otorgo
una manta de color azul que llego a pertenecer a su madre,
Findulias, Éowyn vestía el manto azul el cual encajaba perfectamente con su belleza y tristeza.
Todavía no se sabía nada sobre los hombres que habían partido hacia la puerta negra, por lo que todos los días Faramir y Éowyn se encontraban en los jardines mirando hacia el este. Faramir se sentía feliz, pero al mismo tiempo adolorido por estar junto a Éowyn, él temía que el mal venciera y perdiera lo que había encontrado. Por su parte, ella no quería hablar sobre el tema, aunque una noche, mientras intentaba dormir, ella expreso su pena y dolor que sentía en su corazón.
El tiempo y sus corazones parecieron detenerse con cada día que pasa sin recibir noticias del exterior, aunque no lo sabía sus manos se encontraban en cada oportunidad que tenían de
estar juntos, observando siempre al este. Hasta que una gran sombra subió por esa dirección y, la tierra tembló, fue ahí que Faramir y Éowyn creyeron que todo ya había finalizado y que la oscuridad se acercaba, que Sauron había triunfado. Él se acercó a la joven para abrazarla, no obstante, sucedió lo inesperado, su corazón se llenó de esperanza y alegría cuando un gran viento se llevo la oscuridad consigo, las nubes se abrieron y una luz cayó sobre la oscuridad, sabiendo de inmediato que
Sauron fue derrotado.
La comunidad logro su objetivo de derrotar a Sauron, y ahora Mordor no fue más que un lugar de cenizas y, así Éomer, Gandalf, Legolas, Aragorn y su ejército
regresaron triunfantes a Gondor, tanto Merry como Faramir salieron a recibirlos, sin embargo, Éowyn sintió una repentina tristeza. Por un lado, deseaba permanecer junto a Faramir, pero por el otro, aún sentía dolor por los sentimientos no correspondidos que tenía por Aragorn.
Pesé a su dolor, Éowyn acepto asistir junto con Faramir a la
Coronación de Aragorn, donde el rey le otorgo a Faramir de nuevo el cargo de senescal, nombrándolo
Príncipe Ithilien, anunciando además que mientras su linaje durara, Faramir y sus descendientes serían
senescales de Gondor, dicha noticia por supuesto alegro a Faramir y con intenciones de darle la buena nueva a Éowyn se encamino a verla.
Con respecto a Éowyn, ella opto solo por alejarse de las festividades. En el fondo de su corazón aún deseaba ser amada por otro hombre, alguien que no sintiera pena por ella y que no la compadeciera, a lo que Faramir la fue a buscar para decirle que la considerara una
dama valiente y
hermosa, pero no podía ofrecerle su compasión, sino su amor, y le pregunto si ella también lo amaba, a lo que Éowyn quedo en silencio nuevamente, dándose cuenta que su corazón cambio, ya no deseaba ser una escudera sino quería sanar sus heridas, entonces Faramir expresó su deseo de
casarse con ella, dudosa le pregunto si la tomaría a pesar de que su gente esperase que se casara con una mujer de la raza numenor en lugar de una salvaje escudera del norte, en respuesta a su pregunta,
él la besa con vehemencia bajo el cielo iluminado por el sol, entendiendo así sus sentimientos y correspondiendo con el mismo
amor al hijo de Denethor.
Semanas después el rey Aragorn anuncio a Faramir que sería el nuevo comandante en jefe del ejército del
Rey Elessar. Uno de los deberes que tenía que realizar era ser guardia residente del principal puesto de avanzada oriental de Gondor, lo que significaba que debía de reconquistar los territorios perdidos y liberarlos de bandidos y orcos. Entre los lugares que debían ser reestablecidos, destacaba
Minas Morgul, la antigua ciudad gondoriana denominada
«Minas Ithil» que Sauron había capturado y renombrado hacía mucho tiempo. Faramir también cumplía el tradicional rol del senescal, actuando como el consejero principal del rey y gobernando a Gondor en su ausencia. Así pues, fue que viajo a Minas Ithil para acabar con los últimos seguidores de Sauron que quedaran.
De regreso a su viaje por gobernar
Minas Ithil, Faramir y Éowyn se reencontraron, viéndose con afecto pero también con vehemencia, entre abrazos de bienvenidas Faramir con gracia le pregunta por qué su preocupación hacia él, sabiendo aun la respuesta, quería saber a través de sus palabras lo que Éowyn sentía por él, a lo que ella sin titubear le expreso su ferviente amor y que, en efecto le amaba. Haciendo feliz a Faramir, le dio
un pasional beso que ambos tanto necesitaban.
Una vez que, terminaron de mover al pueblo de Gondor hacia Minas Ithil, ellos dejaron Gondor, acomodando sus pocas pertenencias, para realizar los preparativos pendientes que tenían que realizar, como realizar el funeral de los caídos de guerra, entre los que estaban el tío de Éowyn, presentarse ante su hermano y ver donde establecerse después de su boda. Después de los funerales en Gondor, ellos toman sus caballos para marcharse.
Finalmente viajaron a
Edoras para el
entierro del Rey Théoden, además de festejar la
Coronación de Éomer, donde por supuesto le dio la bendición a su querida hermana y se alegró de ver que por fin alguien la hacía feliz.
La boda de Faramir y Éowyn tuvo lugar en el
salón dorado, creando un nuevo vínculo entre
Gondor y
Rohan.
El rey Aragorn asistió a su boda, y le deseo la mejor de las suertes a ambos, observo como Éowyn lucia radiante a lado de su ahora esposo Faramir, y se alegró por ella, de verla de nuevo alegre y jovial como aquel primer día que la conoció. La nueva pareja se instaló en
Emyn Arnen, que era un lugar donde se encontraba rodeado de un grupo de colinas, al curso inferior del Anduin, cerca de Minas Tirith. Según la tradición del lugar, ahí procedía el antecesor de los senescales del rey. Faramir era el último de los Senescales Regentes, nombrándolo como Señor de Emyn Arnen, y allí fue junto con su esposa, la dama Éowyn y se convirtieron en los señores regentes. Éowyn adquirió el nuevo título de
princesa de Ithilien, y años después tuvieron a su hijo
Elboron.